viernes, 4 de diciembre de 2009

Que Duro es ser Verde y odiar la Navidad

Y es que esta es la historia de un señor llamado Grinch:



Hace tiempo (y no es un chiste)

vivió un ser de mirada triste.

villaquien fue el lugar

donde el Grinch escogió morar.



Los felices “quienes” ahí vivían

y el Grinch con ellos reñía.

No se reía, siempre enojado,

le gustaba estar amargado.



La Navidad, sin explicación

odiaba de corazón.



Un diciembre muy helado

se sintió el más malvado

y a la bella Nochebuena

quiso quitarle el buena.



Esa linda noche mágica

decidió volverla trágica.

“Nadie la disfrutará

y el pueblo entero llorará

cuando vea mi travesura

que nadie espera sea tan dura.

Ash, cómo odio pensar

que mucho amor se van a dar

y todos juntos de las manos

se querrán como hermanos.



Mira, Santa barrigón,

me caes mal por gordinflón

y estropear quiero tu plan

(no creas que soy tu “fan”);

que nadie quiera a tus duendes

para ver si así aprendes

a no ser tan buena persona

y querer tanto a la gente”.



En eso al Grinch se le ocurrió

una muy mala idea y sonrió.

“La Navidad debo evitar,

que no se pongan a cantar,

que los niños no hagan ruido

y que caigan en olvido;

que no sean felices

y se llenen de lombrices.



Ja, los quienes quieren fiesta

y yo seré su aguafiestas”.

De Santa Claus se disfrazó

y a su perro convirtió

en un reno narigón.



Con gran prisa entró a un hogar

y su plan puso en acción.

Con el rostro deformado

y el corazón más malvado

los dulces y los regalitos,

la comida, el arbolito

todo junto lo robó

y en su bolsa lo escondió:

bicicletas y paletas,

muñecas y patinetas,

el suave vino y el pavo...

lo robó y dijo “Bravo”.



En eso lo sorprendió

una niñita que vio

lo que hacía el malvado ladrón

y con ternura dijo al bribón:

“Santa, no te lleves todo.

Quiero jugar y así no hay modo.



Por fa, querido Santita,

te prometo ser buenita,

pero no cojas mi bota

ni mucho menos mi pelota”.

El Grinch inventó una razón

y la niña de buen corazón

le creyó a quien vio disfrazado

de Santa, el viejito adorado.



“Mira chiquita”, el malo mintió,

“de tu árbol la luz se fundió.

Me lo llevo a arreglarlo

y vendré a regresarlo”.



La niña contenta quedó

y el muy cruel a otra casa partió.

De esa también se robó

lo que en ella bonito encontró:

en toda la villa de “quienes”

hurtó los regalos y bienes

que a todos harían felices

y al faltarles, infelices.



Luego corrió a su casa sombría

a esperar que llegara el día.

“Navidad hoy por fin no tendrán

y reiré de cómo llorarán”.



Pero en eso un sonido oyó

que de veras su mente turbó.

Eran risas y cantos de gozo...

¡celebraban con gran alborozo!



El Grinch entendía muy poco

o todos estaban muy locos

o sin comer y sin regalar

podían igual celebrar.

Así, Navidad no estaba en las tiendas

ni en las manos de Santa las riendas,

de hacer que la gente del mundo

se diera cariño profundo.



El Grinch así lo entendió

y ser bueno por fin decidió;

devolvió los juguetes con prisa

y en mil caras brotó una sonrisa.

Lo mejor es que con esa lección

al Grinch se le curó el corazón

y se puso a reír y a bailar

y aprendió desde entonces a amar.






Y colorin colorado este cuento se ha acabado, espero que haya sido de vuestro agrado.



Muchos besos duendelines!

4 comentarios:

Anonymous BRUS ha dicho...

JO QUE MALO QUE ES ESE BICHO VERDE MENOS MAL QUE AL FINAL SE HACE BUENO

4 de diciembre de 2009, 20:22  
Blogger Duendelina ha dicho...

Seguro que es un bicho heavy.
xXxxx

4 de diciembre de 2009, 21:08  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Duendelina eres la mejor amiga de Navidad que podriamos tener.
Muchas Gracias por acordarte de nosotras. Un Besito Navideño de parte de Ana y Lucia.

4 de diciembre de 2009, 22:10  
Blogger Teresa Tiñena ha dicho...

Jo! ojala fuera asi...


Te he dicho
lo mucho que me gusta tu blog?
y sobre todo por una razon,
¿sabes cual?
Que me haces pensar

besos pareados

11 de diciembre de 2009, 18:43  

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